Una profunda enseñanza de país
Por Guillermo Ramos Flamerich
Para Werner Corrales Leal
El pasado 19 de marzo de 2016 falleció en Caracas la profesora Tanya Miquilena de Corrales. Y existe el pesar de sus seres queridos, ese duelo de familiares, amigos y discípulos. Pero junto a esa tristeza natural, también se encuentra el compromiso de una generación de jóvenes que recibieron sus lecciones y con ellas, el sueño de construir en lo más profundo de nuestra sociedad una Visión Compartida de País. Ese anhelo que, junto a su esposo Werner Corrales, la llevó a tarea tan hermosa y útil como lo es formar ciudadanía. Porque ante la catástrofe que hoy vive la república la respuesta no puede ser el desamparo. Toda crisis histórica representa una lección y a su vez, una nueva herramienta para conquistar la libertad.
Y esa libertad de la que tanto nos habló Tanya está relacionada con la idea que expone el Premio Nobel de Economía Amartya Sen, cuando nos dice que la verdadera liberación de los individuos en sociedad se cumple al tener la oportunidad de desarrollar sus capacidades. Una libertad donde podamos construir una vida que sintamos valiosa. De eso se trata, de llevar al máximo nuestros conocimientos, de ser útiles a nosotros mismos, a nuestra familia y al colectivo. Elevar el autoestima de Venezuela pasa por una transformación profunda de la justicia, nunca como la venganza de los que se autoproclaman representantes de los oprimidos, sino como la superación de la impunidad y la creación de un pacto social que nos abarque en pleno, en el cual nos reconozcamos y podamos mantener en el tiempo, siempre perfectible, como toda obra humana a través de la historia.
Porque un nuevo pacto social debe fomentar dos cosas en paralelo, reflejar lo que somos y encausar lo que queremos ser. Estamos cansados de leyes que no se parecen a nosotros y del determinismo de pensar que por nuestra herencia y cultura no podemos adaptarnos y enfrentar los retos de la sociedad global. Tenemos que salir de esos lastres si queremos innovar, darle la vuelta a esa tan criticada «viveza criolla» y utilizarla de manera creativa y constructiva para erigirnos como un país próspero, democrático y en constante desarrollo.
La profesora Tanya siempre nos alertó sobre no confundir la visión de desarrollo con la política pública. Si bien esta última permite mejoras a través de una acción focalizada, esta solo será sostenida en el tiempo mediante una visión clara de desarrollo. Proyectarnos, trazar la ruta y trabajar constantemente para aproximarnos, para alcanzarla y superarla. Con instituciones sólidas, capaces de adaptarse a cada nueva demanda social. Con un pueblo transformado en ciudadanía, entendido tanto en los asuntos locales, como su comunidad y su municipio, pero consciente de que debe ser protagonista de toda decisión nacional, de todo lo que nos conecte con Venezuela.
Con esa fe inquebrantable nos abandonó de forma física la profesora Tanya. Pero que homenaje tan bonito es el que sus discípulos vamos a darle más allá de estos días de duelo, a lo largo de todas nuestras vidas. Colocando sus enseñanzas en alto, permitiendo que las ideas se conviertan en realidades. Que homenaje tan bonito va a ser ese de poder recorrer Venezuela tranquilos, en calma, sonriendo ante una geografía humana que supo tomar las riendas de su presente, reconciliado con su pasado y optimista de su futuro.
*Publicado originalmente en Polítika UCAB el 1 de abril de 2016