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#Opinión La Venezuela que había quedado atrás

Detalle portada Lecturas Venezolanas, MBI - Textos Edime 1956

Detalle portada de Lecturas Venezolanas, libro compilado por Mario Briceño Iragorry y publicado por Textos Edime, 1956.

La Venezuela que había quedado atrás

Por Guillermo Ramos Flamerich

El historiador y expresidente Ramón J. Velásquez finaliza su obra La caída del liberalismo amarillo (1972) con la frase: «Vidas y drama de Venezuela». Con ella sintetiza no solo una época, sino una constante que en algún momento se pensó ya era parte del pasado: el país de la violencia caudillista. Pero cuando en una misma semana aparecen las noticias del frustrado «desembarco» de la bíblicamente llamada Operación Gedeón; Ocurrió que Wilexis se convirtió en tendencia, como titulara Jesús Piñero una de sus crónicas desde el campo de batalla en Petare; mientras los venezolanos se quedan sin combustible y sin alimentos en medio de una peste. ¿De cuál Venezuela estamos hablando? La actualidad pareciera conjugar los peores momentos de nuestra vida republicana, junto a los nuevos males del siglo XXI.

Entre estos dos países se encuentra otro que luce frondoso, estable y abierto: la Venezuela  que conquistó la democracia en el siglo XX y se afirmaba con orgullo en su bonanza. Pero la mirada hacia ese pasado reciente no puede ser una oda a la «Edad de oro» perdida. Causa nostalgia, eso sí. Para los que la vivieron, porque significaron quizás los mejores años de sus vidas. En cambio, los que no la conocimos, la sentimos como un referente real y alternativo al presente. Los síntomas de un país moderno del que nos obstina pensar que todo le salió mal. Allí entra un debate que en algún momento debemos dar como nación, para reconciliarnos con el pasado y con lo que viene. Acaso miramos a esa Venezuela de mediados del siglo pasado, con esa gente que construyeron desde la técnica, la política, las letras y el arte, con la misma fascinación que los venezolanos de mediados y finales del XIX imaginaban a la generación de la Independencia. El retorno será un anhelo, mas no la realidad.

La disputa política actual no nos deja chance de ver el panorama completo. Esta lucha «formal» pareciera una guerra de trincheras, en que ninguna de las partes se logra imponer. Mientras, el Estado se ha desarticulado y, aunque es difícil saber realmente quién manda, conocemos muy bien quien reprime y a quienes. El grado de la violencia oficial, y paraoficial, ha destrozado la vida de los más vulnerables. La gente reclama paz cueste lo que cueste. Allí nacen los caudillos.

El espacio político ha dejado de ser un instrumento para resolver las diferencias de forma y fondo. Allí nace la idea de que cualquier método es legítimo para mantener o conquistar el poder. Las grandes mayorías han quedado como meras espectadoras, perdiendo sus derechos, primero progresiva, luego agresivamente. Cientos de miles han salido a las calles y ejercido todas las herramientas legales que un ciudadano en Venezuela podía efectivamente ejercer. Nada ha ocurrido. De allí surge una desesperanza y una frustración intergeneracional que puede que nos acompañe por un buen rato. Es también el miedo traducido en indiferencia.

La Venezuela que había quedado atrás nos acompaña en su versión tristemente renovada en el hoy. ¿Siempre estuvo merodeando por allí? No sabemos cuándo comenzará el primer día de la reconstrucción. Lo que sí podemos interiorizar es que cada uno de nosotros puede ser útil para ello. Un proceso que significa descubrir a todo un país y así recobrar la confianza en nosotros mismos. En lo que somos. A lo mejor nos da fuerza saber que hemos tenido otros momentos realmente terribles y que estos, la mayoría de las veces, han significado una nueva oportunidad para el porvenir.

*Publicado por El Estímulo el 12 de mayo de 2020

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El Covid-19 en América Latina (esbozo de síntesis)

Coronavirus medieval

Ilustración estilo medieval hecha por @HiatusGames.

Análisis apurado en medio de la pandemia

Por Guillermo Ramos Flamerich

La pandemia global del coronavirus es un evento conocido e inédito al mismo tiempo. Conocido, porque a lo largo de la historia la humanidad ha padecido de pestes y epidemias que han alterado el rumbo de lo que hasta entonces se tenía como la normalidad. Inédito, ya que es la primera en tiempo real, en un mundo altamente interconectado, e interdependiente, y en el que, a pesar de algunas advertencias aisladas, en buena parte de la opinión pública la memoria de situaciones similares precedentes, quedaba entre lo anecdótico y lo superado.

En América Latina se confirmó el primer caso de COVID-19 el 26 de febrero de 2020. Un hombre de negocios de 61 años, el cual regresaba a Brasil desde Italia, se había contagiado.[1] A partir de esa fecha, y hasta la actualidad, el virus se ha propagado por todos los países de la región. El propósito general de este trabajo es intentar entender, en grandes líneas, como la aparición de esta pandemia moldea y modifica la geopolítica de la América Latina. A pesar de ser un evento excepcional y todavía en curso, esperamos trabajarlo bajo tres premisas fundamentales. La primera de ella, el manejo de la epidemia, tanto como problema de salud pública, como problema comunicacional. Lo segundo, el impacto político que esto trae consigo en una región marcada por un 2019 convulso y la larga pugna entre democracia, demagogia y autoritarismo. La tercera, unas breves líneas sobre el panorama económico a corto y mediano plazo.

El impacto sanitario y su manejo comunicacional:

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estructura mediante seis componentes esenciales el marco en que deben desarrollarse los sistemas sanitarios a nivel global. El «six building blocks» [2] está compuesto por: la prestación del servicio; la fuerza laboral sanitaria; los sistemas de información de salud; el acceso a las medicinas e insumos médicos; el financiamiento; y la gobernanza. El análisis en América Latina no se puede hacer como bloque, ya que los contextos y la institucionalidad que los arropa, crean diferentes realidades. Pero si podemos notar la capacidad de «resiliencia sanitaria», es decir, de la manera que tienen estos sistemas de salud de adaptarse durante coyunturas inesperadas. El caso más emblemático ha sido el de Ecuador, con las imágenes de muertos en las calles de la ciudad de Guayaquil, un país que en la última década se veía desde la óptica del desarrollo económico y social, ha demostrado sus deficiencias de base. Caso similar, en una proporción menor, es el de Perú. El número de contagios ha llevado al gobierno a tomar medidas severas para tratar de frenar el avance del virus.

En el otro lado de la balanza se tiene a Chile. Su gobierno atraviesa, desde el último año, una crisis que le ha dejado una imagen del nada favorable. A pesar de ello, esto no redunda en que no exista confianza, o al menos acatamiento, de lo emitido por las autoridades. Más allá de algunas polémicas por la mala comunicación hecha desde el gobierno, Chile ha destacado por una buena capacidad de detección; la implantación de una cuarentena focalizada a los lugares más afectados; y de poseer una fuerza laboral médica para prestar servicios. Algo parecido ha sido la estrategia del gobierno colombiano con la «cuarentena inteligente», propuesta por el presidente de ese país. [3]

A simple vista pareciera no ser tan complicado emitir opinión sobre los gobiernos latinoamericanos que han tomado las decisiones correctas, y los que no. Pero al ser un evento excepcional, todavía es muy precoz emitir juicios. Lo que sí se puede ir evaluando es la capacidad del manejo comunicacional, lo cual redunda en la credibilidad de los líderes políticos y en la gobernabilidad de cada país. Un caso emblemático es Brasil, no solo por ser el país más grande de la región y el que presenta más casos. Sino por el negacionismo de su presidente Jair Bolsonaro, quien desestimó la importancia del virus y entró en conflicto con su ministro de salud, al cual destituyó,[4] y con los gobernadores que apoyan la medida de «aislamiento social». Bolsonaro, si bien ha sido criticado tanto en la prensa local como extranjera, su estrategia pareciera definirse en seguir polarizando la ya enfrentada arena política brasileña. El de erigirse como defensor de los trabajadores, y que la economía no le pase factura en su búsqueda por la reelección en 2022.

Colocándose en el mismo lado, junto con su homólogo brasileño, se encuentra el presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Su mensaje acerca de una «crisis pasajera»[5] ha sido errático y de momento, se pudiera tomar hasta como en tono de burla. A pesar de las ideologías contrapuestas, es parte del club en el que no solo está Bolsonaro, sino su vecino del norte, Donald Trump, y en un primer momento el primer ministro Boris Johnson, en el Reino Unido.

Otro ejemplo que destaca es el del presidente Nayib Bukele, de El Salvador. El 21 de marzo de 2020 compartió un video que fue aplaudido en las redes sociales y la prensa. Aparecía enérgico, tomando medidas poderosas y hablando fuerte a los empresarios del país. A pesar del efecto comunicacional, posteriormente ha sido criticado por la prisa de las medidas, la improvisación y, sobre todo, el carácter autoritario en que ha devenido su gestión.[6]

A su vez, gobiernos como el de Argentina o el de Uruguay, se han presentado más cautos, evaluando la pandemia a diario, y tratando de mostrar cohesión y coherencia en cuanto a sus medidas sociales y económicas. Un caso para ser tratado aparte es el de Venezuela, país que vive una crisis humanitaria sin equivalente actual en la región. Si bien se pudiera decir que el mensaje que han transmitido las autoridades, más allá de la pugna política existente, se ha mostrado moderado y se han tomado fuertes medidas de confinamiento apenas se conocieron los primeros casos, la gran duda recae sobre la veracidad de los partes médicos, del número de fallecidos y de mostrar capacidades de detección y atención que no se compadecen con la realidad.[7]

El impacto político:  

Así como hemos abordamos el término «resiliencia» para hablar del impacto sanitario, pudiéramos igualmente tomar este concepto desde lo político. Es decir, la capacidad que tiene un sistema político determinado, unas instituciones y un gobierno, de no perecer e intentar salir fortalecido ante una crisis. Es un tema de debate mundial si la pandemia traerá consigo un mayor auge de los nacionalismos y el reforzamiento de sistemas autoritarios. Por los momentos, lo que sí conocemos es que lo que se pudiera percibir como un mal manejo de la situación, va a ser utilizado por las oposiciones de los diferentes países democráticos, para ganar el favor de sus electores.

En América Latina se pueden hacer varias lecturas y diferentes interrogantes. ¿Cómo la crisis del coronavirus afecta la consolidación del sistema democrático en la región? Si en los años noventa del siglo XX la mayoría de países vivían en sistemas democráticos, pero inestables y poca maniobra de acción, la década siguiente, el nuevo siglo, trajo un viraje en el que los asuntos sociales, el gasto público y la retórica populista, ponían en duda la fortaleza de las instituciones, en comparación con los carismas personales. A pesar de que en algunos países la democracia se ve más consolidada, en otros se nota su fragilidad y está rodeada de peligros. En Cuba, Nicaragua y Venezuela, esta no existe.

Se presentan grandes dudas sobre la estela que va a dejar el coronavirus en las políticas locales. En los próximos tres años habrán elecciones presidenciales en: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y República Dominicana. A su vez, en Chile este año se presentaba el debate sobre una nueva constitución que dejara de un lado la legalidad surgida en la dictadura de Augusto Pinochet.

¿Habrá un giro de ciento ochenta grados en la política de estos países? De nuevo, un caso emblemático es el Ecuador del presidente Lenin Moreno. Elegido como continuador del legado de Rafael Correa, su viraje y enfrentamiento total con su antiguo mentor, y las noticias que llegan del coronavirus en ese país, además de un año 2019 cargado de protestas, ponen a prueba no a un gobierno, sino a la estabilidad de la democracia y el Estado ecuatoriano, el cual después de décadas de vaivenes, entre 2007 y 2017 consiguió estabilidad, pero con un alto grado de concentración de poder por parte del presidente. Lo mismo con Bolivia, la crisis sanitaria ha frenado la convocatoria de los comicios presidenciales, a meses de la salida abrupta del poder de Evo Morales. Es poco lo que se puede conocer realmente acerca del funcionamiento de las instituciones bolivianas más allá de la impronta personal que dejó atrás el líder depuesto.

Caso aparte es el de Venezuela. Las acciones tomadas desde los Estados Unidos por la administración Trump, en plena pandemia global, ofrece algunos indicios del camino que puede tomar la ya prolongada crisis en este país.[8] Lo que se sabe al momento es que ante la aparición del coronavirus, en Venezuela las manifestaciones políticas en la calle están suspendidas; la cuarentena ayuda a Nicolás Maduro a continuar su control por medio de la fuerza; y si desde mediados del año 2019, parecía que existía una liberalización de la economía, la amenaza norteamericana ha ayudado a una nueva hostilidad hacia los empresarios que continúan en el país. A su vez, a diario están ocurriendo protestas de carácter social y la escasez de gasolina y alimentos, puede llevar a un clima de confrontación, mayor o parecido al de los últimos seis años. ¿Funcionarán las presiones de la administración Trump a una salida negociada? ¿Cuál será el rol de China y Rusia en Venezuela durante y después de la pandemia?

Un debate que no ha ocurrido en América Latina y que afecta la relación de los ciudadanos con sus gobiernos, es en cuanto a la utilización de los datos individuales para enfrentar crisis como la presente. El tema del Big Data, su uso, ha generado todo tipo de reacciones alrededor del mundo. Desde denuncias, como la del historiador Yuval Noah Harari sobre los «experimentos sociales» [9] y del efecto nocivo contra la democracia liberal. Hasta la libre entrega de datos privados por parte de cada individuo, en favor del bienestar y salud general. En la región latinoamericana esto ha quedado rezagado por los momentos.

El impacto económico:

Las cifras macroeconómicas en América Latina, como en el mundo, no son nada alentadoras. Si en 2019 el crecimiento del PIB en la región fue de 0,1% y se proyectaba en el 2020 una recuperación de 1,4%,[10] ante la pandemia del Covid-19 se espera que la economía se contraiga al menos un 6%. En México esta cifra se pronostica será mayor,[11] quizás allí la preocupación de su gobierno por intentar no frenar la economía. Allí entra otra pregunta acerca de las medidas de aislamiento social y paralización de la vida productiva, ¿Qué es más mortal el virus o una economía en picada?

La desaceleración económica en latinoamericana tiene diversas aristas. La primera que siempre es tomada en cuenta, es la dependencia a la exportación de materias primas. El petróleo: Colombia, Ecuador y Venezuela; el cobre en Chile; y el gas boliviano. Pero también los países que están conectados con las cadenas de suministros, los más afectados son Brasil y México. Allí entra otra interrogante, el rol que tendrá China en América Latina los próximos años, país que se había convertido en gran comprador, en exportador de componentes para la manufactura y el gran promotor del endeudamiento.[12] La recesión china,  la cual se vaticinaba desde la guerra comercial y las tensiones con Estados Unidos, dejan a la Latinoamérica en una suerte de desamparo y en medio de una pugna en la que tiene poca decisión. Otro de los sectores afectados es el del turismo. Esto puede crear una inmensa depresión en la zona Caribe, la cual depende en gran medida de esta actividad. Mientras tanto, el Estado argentino está al borde de una quiebra que depende del fino hilo de la renegociación de su deuda.

Lo que hemos comentado hasta ahora ha sido la parte macroeconómica. Pero otro asunto que deja de relieve la pandemia es la inequidad en la América Latina, así como la pregunta: ¿Quiénes son realmente los más vulnerables? En las noticias se ha respondido que son las personas de la tercera edad, pero dónde quedan los problemas de salud relacionados con la pobreza. Enfermedades que tienen como base la desnutrición, parásitos, deficiencia de hierro, entre otras afecciones. Para 2018 la Organización Internacional del Trabajo (OIT), informaba que el 53% de trabajadores en la región, tenían empleos informales.[13] Si a esta precariedad le sumamos la afección de un virus y las cuarentenas totales y prolongadas, la brecha social seguirá en aumento, dejando en desamparo a gran parte de la población.

Conclusión:

En América Latina se espera que en los meses de mayo y junio se den los picos de casos detectados y muertes por el Covid-19.[14] A diferencia de otras partes del mundo, la región ha tenido algunas semanas más para planear mejor sus decisiones. Así como ocurre en lo político y económico, no se puede hablar de un bloque latinoamericano que tenga una respuesta conjunta. En una carta fechada el 15 de abril de 2020, y firmada por expresidentes que en lo económico y político representaron casos de éxito en sus países (Fernando Henrique Cardoso por Brasil; Ricardo Lagos por Chile; Juan Manuel Santos por Colombia, entre otros), piden la gestión y apoyo de los entes financieros internacionales ante un desafío que «no tiene paralelo en la historia reciente» y que consideran que tanto a nivel global, pero pensando específicamente en América Latina y el Caribe: «no pueden permitirse respuestas tardías o inadecuadas. La confianza mutua, la transparencia y la razón, no el populismo o la demagogia, siguen siendo las mejores guías en estos tiempos inciertos».[15]

Son muchas las opiniones y los debates que el Covid-19 ha traído consigo. Emitir un análisis preciso es una tarea muy complicada en los actuales momentos. Lo que sí podemos observar es que muchos de los problemas que América Latina arrastra consigo, tanto en su política, su economía y su sociedad, se ven magnificados ante el desafío planteado. La vulnerabilidad y dependencia de la región siguen presentes. De momento, cualquier estimación podría ser modificada dependiendo de cuánto se prolongue la pandemia en el tiempo. Esperemos que la nueva normalidad no signifique para los latinoamericanos una atadura con lo peor de su pasado. Mientras tanto, la América Latina parece haber entrado desunida al siglo XXI, y sin el rol preponderante que han soñado sus pensadores y han alardeado sus dirigentes.

Referencias:

[1] Univisión Noticias, «Cronología del coronavirus en América Latina», disponible en el sitio web https://www.univision.com/noticias/america-latina/cronologia-del-coronavirus-en-america-latina-mas-de-10-000-casos-y-dos-centenares-de-muertes-en-un-mes, consultado el 23 de abril de 2020.

[2] World Health Organization (WHO), «Monitoring the building blocks of health systems», disponible en el sitio web https://www.who.int/healthinfo/systems/WHO_MBHSS_2010_full_web.pdf, consultado el 20 de abril de 2020.

[3] Presidencia de la República de Colombia, «Presidente Duque dio a conocer decálogo de lo que sería el Aislamiento Preventivo Obligatorio Colaborativo e Inteligente, para enfrentar la pandemia del covid-19», disponible en el sitio web https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2020/Presidente-Duque-decalogo-seria-Aislamiento-Preventivo-Obligatorio-Colaborativo-e-Inteligente-pandemia-covid-19-200417.aspx, consultado el 23 de abril de 2020.

[4] El País, «Bolsonaro destituye a su ministro de Salud en plena crisis del coronavirus», disponible en el sitio web https://elpais.com/internacional/2020-04-16/el-ministro-de-salud-de-brasil-afirma-que-el-presidente-bolsonaro-lo-ha-destituido.htmll, consultado el 23 de abril de 2020.

[5] Excélsior, «‘Crisis por Covid-19 es pasajera’: López Obrador», disponible en el sitio web https://www.excelsior.com.mx/nacional/crisis-por-covid-19-es-pasajera-lopez-obrador/1373646, consultado el 23 de abril de 2020.

[6] Óscar Martínez para la sección de opinión de The New York Times en español, «Bukele, el autoritario», disponible en el sitio web https://www.nytimes.com/es/2020/04/20/espanol/opinion/bukele-el-salvador-virus.html, consultado el 23 de abril de 2020.

[7] Florantonia Singer para El País, «Los agujeros del coronavirus en Venezuela», disponible en el sitio web https://elpais.com/internacional/2020-04-24/los-agujeros-del-coronavirus-en-venezuela.html, consultado el 24 de abril de 2020.

[8] Alberto Barrera Tyszka para la sección de opinión de The New York Times en español, «Venezuela y la tela de una araña», disponible en el sitio web https://www.nytimes.com/es/2020/04/05/espanol/opinion/venezuela-trump-nicolas-maduro.html, consultado el 23 de abril de 2020.

[9] Yuval Noah Harari en Financial Times, «The world after coronavirus», disponible en el sitio web https://www.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75, consultado el 24 de abril de 2020.

[10] Comisión Económica para la América Latina (CEPAL), «Actualización de proyecciones de crecimiento de América Latina y el Caribe», disponible en el sitio web https://www.cepal.org/sites/default/files/pr/files/tabla-actualizacion_proyecciones_crecimiento_nov-2019_esp.pdf, consultado el 24 de abril de 2020.

[11] Infobae, «Economía de México caerá 6.5% en 2020 por COVID-19: Cepal», disponible en el sitio web https://www.infobae.com/america/mexico/2020/04/22/economia-de-mexico-caera-65-en-2020-por-covid-19-cepal/, consultado el 23 de abril de 2020.

[12] BBC Mundo «Cuáles son los países de América Latina que más dinero le deben a China (y qué implicaciones tiene esa deuda)», disponible en el sitio web https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50574118, consultado el 23 de abril de 2020.

[13] Organización Internacional del Trabajo  (OIT), «OIT: Cerca de 140 millones de trabajadores en la informalidad en América Latina y el Caribe», disponible en el sitio web https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_645596/lang–es/index.htm, consultado el 25 de abril de 2020.

[14] Clarín, «Coronavirus en América: la OPS alerta sobre la rápida expansión de la pandemia por el continente», disponible en el sitio web https://www.clarin.com/mundo/coronavirus-america-ops-alerta-rapida-expansion-pandemia-continente_0_kKFfCeR1z.html, consultado el 25 de abril de 2020.

[15] El País, «Líderes latinoamericanos piden al FMI fondos masivos para evitar una catástrofe económica», disponible en el sitio web https://elpais.com/elpais/2020/04/15/opinion/1586974776_105520.html, consultado el 25 de abril de 2020.

 

*Publicado por La Patilla el 29 de abril de 2020.

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Edgar Sanabria entrevistado por Ramón Hernández

Edgar Sanabria en la inauguración Caracciolo Parra León de El Valle.

Sanabria ofreciendo unas palabras durante la inauguración de la escuela pública Caracciolo Parra León. El Valle, Caracas, 28 de junio de 1972.

Edgar Sanabria (1911-1989): jurista, profesor universitario, académico de la lengua, de las ciencias políticas y de la historia. Presidente de la Junta de Gobierno (en sustitución de Wolfgang Larrazábal) que rigió los destinos del país luego de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

En los escasos tres meses que estuvo al frente del Ejecutivo Nacional, promulgó la creación del Parque Nacional El Ávila; del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y la Ley de Universidades, en la que los principios de la autonomía y la inviolabilidad del recinto marcarán un vigoroso debate en los tiempos democráticos que iniciaban.

Hoy en día un personaje olvidado, se le recuerda como alguien excéntrico, retraído, de gran erudición. Existen pocos recuentos de su vida y obra: el homenaje que le hiciera René de Sola bajo el título de Edgar Sanabria, un gran venezolano (1991) y el volumen 102 (2009) de la Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional, escrito por Adolfo Borges.

Esta entrevista hecha por el periodista Ramón Hernández (sin fecha, c. 1982), fue publicada en el libro El país como oficio (Universidad de Los Andes, 1983).

Edgar Sanabria

Sobre la tarima apenas queda un papel arrugado. El orador abandonó el sitio cuando el discurso dejó de tener sentido y la concurrencia se retiraba a sus menesteres. Un técnico, meticuloso y orgulloso de su saber, guarda los artefactos para la próxima ocasión, que espera sea nunca. El local es un vaho de ruidos en escapada: un olor desvanecido, una alegría apagada, una sordera en el alma. Afuera está la consecuencia, la luz que pobló este hueco, el tedio que reumatiza, un espíritu que deambula. El orador, desprovisto de su frac, sin su protocolar indumentaria, vuelve a sus golpes de pecho y sus rezos mañaneros. Nunc dimitis servum tuum. Domine nihil obstat.

–Soy un muerto que respira.

La democracia dando su primer berrido, planchando sus garantías ciudadanas, poniendo a tono su fachada, remozando su aquiescencia, aceitando las válvulas de la libertad, gerundium est. Diez años en un oscuro calabozo pestilente, con soles de hojalata por carceleros, entumecieron sus articulaciones y partes importantes de su andar se niegan a obedecer y hasta se rebelan, pero después. El derecho a vivir no es una improvisación graciosa.

–Estoy hastiado de la política.

Coleccionista de armas sin saberlas disparar, flaco, caraqueño con chispa y fama de tacaño, con un montón de anécdotas tras de sí, creyente y practicante con una larga soltería en su haber. Edgar Sanabria asume la Primera Magistratura en rato de transición. Arruma condecoraciones y respira aliviado cuando entrega a su legítimo sucesor la Banda Presidencial.

–El que mucho escribe, mucho disparate comete.

Edgar Sanabria Arcia nació el tres de octubre de 1911 y se sabe de memoria toda la genealogía de los Gómez cuyo miembro más sobresaliente hizo del país su hacienda. Caminó muchos años desde la avenida Paraíso 42 hasta la vieja Universidad de Caracas a dictar su cátedra de Derecho Civil y a echar sus parrafadas en la Plaza Bolívar. Es Individuo de Número de las Academias de la Lengua y de Ciencias Políticas y Sociales, pero de política no le gusta hablar frente a periodistas. Diplomático y lector consumado, gusta de la puntualidad y recordar la Caracas que no era esta barahúnda.

En ese rato de espera que precedió a la toma de posesión de Rómulo Betancourt en marzo de 1959, firmó el decreto de Autonomía Universitaria y el decreto 6.733, que dejaba sin efecto el «Fifty-fifty» y sacaba del país al presidente de la Creole.

A los 64 años recibió la flecha que le signó Cupido y todavía se abotona hasta el cuello la camisa, aunque no lleva corbata.

Habla rapidito y contesta sin muchos ornamentos conceptuales.

–El sistema democrático es siempre el menos malo.

–¿Qué país tenemos después de veinticinco años de ejercicio democrático?

–No me pregunte de política. Yo estuve accidentalmente en ella y ya estoy apartado de esas lavativas.

–¿Ha mejorado el sistema educativo?

–Ganó en extensión pero perdió en intensidad en algunos aspectos.

–¿En cuáles?

–No sé. Yo estoy jubilado desde 1959 y apartado de esas obligaciones.

–¿Qué hace?

–Leer.

–¿Qué lee?

–Muchas cosas. Leo mucho porque duermo poco, no soy hombre joven. Para no estar dando cabezazos en la cama, me siento y me pongo a leer, algunas veces hasta las tres de la mañana. A las cinco ya estoy despierto leyendo el periódico.

–¿Siempre lee el periódico de madrugada?

–No, a veces lo traen tarde.

La vida puede ser un aburrimiento, una larga espera, una cuerda que se acaba cuando se empieza a comprender su utilidad.

El expresidente escogió la modestia y la sencillez, descalabró oropeles y se rehúsa a andar con escolta, la urbanidad no admite que se rechace un honor.

–¿Cómo era Venezuela en 1958?

–Cambiemos de tema.

–¿Hemos progresado culturalmente?

–Sí. Ahora hay mucha inquietud intelectual, antes también la hubo, pero ha aumentado y la gente joven es bastante preocupada por el quehacer artístico.

–¿Cómo se manifiesta?

–Tenemos muchos jóvenes poetas, pintores, escultores. Hacen teatro, cine…

–¿Y la calidad?

–No tengo autoridad para juzgar. Soy un profano en esas lides.

–¿Hemos avanzado científicamente?

–Tenemos muy buenos profesionales en todas las ramas de la ciencia. Ahora tenemos profesionales que no existían en mi época, como economistas, gente que se ocupa de la Administración Pública. Tenemos el IVIC y el CONICIT y otras instituciones que promueven la investigación y que hace treinta años no se conocían.

–¿Y jurídicamente también hemos mejorado?

–Le voy a hablar con franqueza: Se han hecho muchas leyes y muchas reformas pero lo jurídico no se compone con leyes.

–¿Entonces cómo?

–Con autoridad moral, con procedimientos morales. La leyes no se cumplen porque se obligue sino porque un precepto moral lo exige, así es más meritorio que con la represión.

–¿Cómo se inculcan los preceptos morales a la población?

–Con la educación. En la escuela, en el bachillerato, en la universidad y en todos los demás medios sociales.

–Pero usted dice que la educación ha perdido en intensidad.

–Pero ha ganado en extensión. Cuando yo estudiaba, Caracas tenía un solo liceo, el liceo Caracas, que luego fue transformado en el Andrés Bello. Hoy la cantidad de liceos es enorme. Aquí el que no estudio es porque no quiere, hay muchas facilidades.

Fue Consultor Jurídico de la Cancillería y del Ministerio de Fomento. Vocal del Consejo de Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, también profesor de Derecho Romano.

–En estos 25 años se han promulgado muchas leyes pero es en este momento cuando se reforma el Código Civil.

–Está equivocado. En Venezuela se han hecho varios códigos civiles muy buenos. Cuando el doctor Arcaya era ministro del Interior en 1919 designó una comisión para reformar el Código Civil, el resultado fue un Código más adelantado que en muchos países de América. En 1922 se volvió a reformar y nuevamente en 1942. Se incorporaron grandes adelantos jurídicos y sociales: como la equiparación de los hijos naturales y la investigación de la paternidad. Ahora no se está innovando, las cosas en su puesto.

–¿Y los otros códigos? ¿El Penal, el de Comercio?

–Yo no fui profesor de Mercantil ni de Penal. Yo puedo hablar con propiedad del Código Civil, que es la ley más importante. La constitución es la ley política y el Código Civil es la ley social, los demás códigos son desprendimientos o especializaciones por leyes excepcionales del Código Civil.

–Pero critican que la mujer está en desventaja…

–Los códigos de Venezuela seguían la orientación que regía en el mundo y la ideología del mundo en esa época. El Código se amoldaba a la situación de la mujer de entonces. La reforma sobre filiación en 1916 es trascendental, al igual que la de 1942 que equipara el matrimonio y el concubinato. La cuestión está en que cada adelanto que se logre se aplique bien.

–¿Por qué?

Hay muchas leyes que son letra muerta. Aquí y en todas partes, y en todas las épocas. Se dicta legislación y después no se ejecuta. En 1928 teníamos una Ley del Trabajo pero solo para cumplir con reglas internacionales. No se llegó a aplicar nunca sino hasta que llegó López Contreras.

–¿Es frecuente que en Venezuela ni se apliquen las leyes?

–Esa es una pregunta que no me atrevo a contestar.

–¿Por qué?

Estaría juzgando la vida de la república.

Esquiva, salta al pasado, rememora alguna situación pintoresca de su juventud, pero no se compromete opinando, calificando, enjuiciando. Asume la postura del convidado de piedra, pero no pierde la oportunidad de votar porque le remordería la conciencia.

–¿Está de acuerdo con la forma como se nombran los jueces?

–De eso no conozco. Estoy apartado. Soy un muerto que respira. Pero le diré que estamos más adelantados que en otros países.

–¿Y el terrorismo judicial?

–Estoy apartado de ese mundo.

–¿En qué consiste su trabajo en la Academia de la Lengua?

–Fui Secretario muchos años. Pertenezco a ella desde 1942. Hasta hace tres años fui director.

–¿Cuál es la función de la Academia?

–Eso se lo explica mejor el director de su periódico, el doctor José Ramón Medina.

–Deseo que me lo explique usted.

–Las Academias son cuerpos sobre todo para consulta; contra lo que la gente cree, que son más para la investigación. Son cuerpos a donde se lleva a la gente por lo que ha hecho, por eso sus miembros son hombres ya mayores, como reconocimiento de su valor y su categoría.

–¿Usted escribe?

–Escribo, pero tengo guardado. No publico.

–¿Tiene miedo?

–No, sino que… ¿Para qué voy a publicar?

–Las ideas permanecen en los libros.

–El que mucho escribe, mucho disparate comete. El haber publicado ciertas obras puede ser prueba de capacidad, pero también de todo lo contrario.

Edgar Sanabria ha publicado La interpretación de la Ley, Don Rafael María Baralt, Don Miguel Antonio Caro y varios sueltos.

–¿Por qué se retiró de la vida política?

–Yo llevo una vida social, pública no. Nunca he pertenecido, ni pertenezco a ningún partido.

–¿Por qué?

–Por mi carácter. Para pertenecer a una organización partidista hay que tener una especial manera de ser…

Se percata que está hablando de lo que no quiere y apoyándose en un extraño y recurrente malabarismo conceptual, aterriza en sus conflictos vocacionales: «Si en mis tiempos hubiese existido la Facultad de Filosofía y Letras yo no hubiera estudiado Derecho. Aquella carrera es más cónsona con mis aficiones y con mis gustos».

Y de ahí salta a Caracas, a la bola mecánica que tumbó el hotel Majestic, a los tranvías tirados por caballos y el día que inauguraron el cine «Ayacucho».

«En el hotel Washington conocí el primer ascensor»,

–Hasta Guzmán Blanco, Caracas era la misma de la colonia.

Destruida en parte por el terremoto de 1812, Guzmán la reformó.

–Son muy pocas las cosas que se conservan…

–Caracas nunca tuvo muchas cosas. Guzmán fue quien más le dio a Caracas.

–¿A Gómez no le gustaba este valle?

–Yo no conocí a Juan Vicente Gómez. Lo vi de lejos una que otra vez.

–¿Era  una dictadura terrible o son exageraciones?

–Eso es para hablar largo.

–¿El país vivía de espaldas a la situación política?

–Venezuela nunca ha tenido los ojos cerrados. Todo se sabe. Antes y después.

–La Academia de Ciencias Políticas fue fundada bajo la tiranía de Gómez, ¿acaso Gómez se preocupaba por la teoría política?

–No, pero siempre se rodeó por hombres intelectualmente capaces y ellos lo aconsejaban.

–¿Esa costumbre fue imitada por los gobernantes posteriores?

–Eso lo ha vivido usted, fórmese su juicio. En los últimos gobiernos han participado personalidades de mucha valía intelectual. En toda su historia Venezuela ha tenido hombres que le pudieron haber dado muchos aportes, pero que permanecieron al margen para no mezclarse ni ser responsables de despropósitos. Han sido ignorados y ese es el sacrificio más grande, porque es el sacrificio que no tiene premio ni reconocimiento. Eso ocurrió con Rafael Bruzual López, Arévalo González, Félix Montes Néstor Luis Pérez. ¿Usted es periodista graduado?

–Sí.

–Esa es la carrera de ahora, antes los periodistas eran autodidactas.

–¿Hay buenas plumas ahora?

–¡Cómo no! Uslar Pietri es una buena pluma y no solamente en el país, afuera también. Pero muchas veces la gente es medio mezquina.

–¿Hay mezquindad?

–A veces. Un viejo refrán dice: «Si la envidia tuviera tiña, cuantos tiñosos hubiera».

Una sombra sube a la tarima, recoge el papel arrugado y se lo guarda en un bolsillo. Esfuerzo vano, estaba en blanco.

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Trazar la ruta final

Cambio - Roberto Weil

Estos trazos de Roberto Weil expresan el anhelo de toda Venezuela.

Trazar la ruta final

Por Guillermo Ramos Flamerich

La muerte de Neomar Lander el pasado miércoles nos lleva a tantas preguntas como sentimientos de dolor e impotencia. ¿Cuántas más? Han sido muchas. Demasiadas. Y no solo me refiero a las que han ocurrido en 2017 o las de 2014. Nuestras ciudades están repletas de calles y esquinas que recuerdan a algún fallecido a manos de la violencia propiciada desde el Estado. Solo que por un tiempo fueron invisibles. Siempre resulta más fácil creer salvarse el pellejo con la indiferencia. Pasar agachado para que nada ocurra. Pero esta cosa horrible que vivimos siempre ha sido el accionar de la Revolución de las Miserias. Solo que desde hace un tiempo es mucho más que evidente. Construyeron una red de hamponaje, de cómplices y, creían ellos, que de esclavos. Pero más poderosa ha sido la conciencia democrática y el sentido de supervivencia de quienes se saben ciudadanos y no están dispuestos a claudicar ante nada ni nadie.

El gobierno ha perdido la noción de todo. Para ellos no hay país, solo son un parásito represor que se chupa todos los recursos que puede brindar esta tierra y que sonríe macabramente ante la miseria de los demás. No les importa nada, salvo el hecho de que cuando esto abandone el poder, lo que les espera es tan tenebroso que prefieren arriesgarlo todo. Es como un secuestrador que empieza a picar a su víctima por pedacitos, enseñando que no le teme a matar o a morir.

Mientras tanto, los venezolanos nos debatimos en una extraña cotidianidad, bipolar, agresiva e incierta. Siempre me pregunto, ¿cómo se vivía lo cotidiano durante los grandes conflictos de la humanidad? Siempre existirán momentos para reír, para compartir con la familia y los amigos, pero ese nudo en la garganta llamado situación país, no puede abandonar nuestras mentes y nuestros corazones. Además, el que hoy sea indiferente, solo puede haber perdido todo juicio y humanidad.

Es momento de definiciones. Porque el sistema perverso que tenemos ya está completamente definido. Tiene una bala para cada uno. Lo queramos o no, aquí nadie se salva si esto sigue. Ni tú, ni yo. Este momento lo es todo. Y si alguien viene con la cantaleta de que eso se dice todos los años, solo que vea a su alrededor. El siguiente paso unitario debe ser trazar las líneas de una ruta final. El final de esta tiranía, claro está. Y el comienzo de la Venezuela que está en nosotros. Suena difícil decir eso, accionar eso, pero las cosas se deben decir. El verbo construye realidades y el verbo, el pensamiento y la acción deben ser la tríada de toda lucha que se busque exitosa.

Ellos ya desafiaron con la fecha del 30 de julio. Son unas elecciones ilegales y chucutas que nadie se las cree. Pero allí están. El fantasma de la Constituyente nos acecha. Debemos impedir que esto ocurra y que ese logro sea otro hito de lo que se está por conquistar. La lucha cívica en las calles sí ha ido fracturando al régimen, pero siempre hay que seguir innovando. Si nos quedamos en el aparato, serán más los Neomar y más alejados los días de las definiciones.

Los actuales esfuerzos de resistencia contra la dictadura son innumerables. Desde activistas culturales, deportistas, apoyos internacionales, los constantes marchantes de cada convocatoria… Todo ello se debe articular con un sentido de urgencia y con unos valores claros que se deben repetir hasta el cansancio. ¿Por qué la Democracia? ¿Por qué la Libertad? ¿Por qué la solidaridad entre venezolanos? ¿Por qué la equidad? ¿Cómo se debe dar la reconciliación? No deben ser simples adornos conceptuales, sino las premisas de la hoja de ruta. En eso la dirigencia política tiene un gran compromiso, no solo ser reactivos, sino también ser reflexivos y pedagógicos. Pensar para actuar y aprender de ello.

Si la resistencia pacífica es para quebrar los pilares del régimen, también se deben seguir fomentando los puentes para que la estructura media de lo que hoy conforma la administración pública, pueda cruzar sin miedo desde el punto del oscuro presente a un futuro que se está por construir. Lleno de inquietudes pero siempre mejor que esto que tenemos. La lucha democrática es de todos, no de individualidades. Eso lo ha ido asimilando la sociedad y en esto todos estamos incluidos. Todos.

El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones.

Ese es el preámbulo de la Constitución de Venezuela. El gobierno hace rato que rompió y se burló de ese pacto. Cuando alguien pretende enterrar nuestros fundamentos como nación, la respuesta siempre será la rebeldía y el desconocimiento.

*Publicado originalmente por Polítika UCAB el 16 de junio de 2017

 

Les comparto este video que hice para Instagram. Hay que seguir y resistir:

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Perfiles: Gilber Caro

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El diputado Gilber Caro y Guillermo Ramos Flamerich (Salón Francisco de Miranda, Palacio Federal Legislativo, 7 de enero de 2016).

Gilber Caro

Por Guillermo Ramos Flamerich

Dice Simón Díaz en su Caballo Viejo que «después de esta vida, no hay otra oportunidad». Pero mientras estemos vivos siempre existirán nuevas oportunidades, mejores maneras de hacer las cosas y de renovar la fe como individuos, también como nación. La historia de Gilber Caro está fundamentada en una segunda oportunidad. Llevo más de seis años conociéndolo y en ese tiempo hemos podido compartir conversaciones y momentos estelares, de esos que quedan siempre en la memoria y te llevan a reflexionar.

Él estuvo diez años preso, eso nunca lo ha ocultado, más bien ha sido su carta de presentación y de superación. Cuando le preguntaba sobre cómo lo agarraron, respondía: «Terminé pagando por ser como Shakira: ciego, sordo y mudo. Por no delatar, terminé pagando condena». Después se explayaba al detalle y te llevaba casi a vivir una película de aventuras por los sitios en los que estuvo recluido: Yare, El Rodeo, el extinto Retén de Catia, en fin, más allá de la anécdota, su vida no se trata del pasado, sino de cómo ese pasado moldeó su presente y lo llevó a convertirse en un líder comunitario.

Ser un expresidiario en todas partes del mundo es un estigma. En Venezuela, aun más. Se les excluye por haber delinquido, pero buena parte del origen de esos delitos se encuentran en la exclusión de la que han sido objeto. ¿Y es que acaso marginando a alguien, despreciándolo, estamos mejorando nuestra sociedad? Mucho de lo que hoy vivimos recae en la doble moral de convertirnos en jueces implacables, perfectos e impolutos. Mientras, el país se cae a pedazos por no asumir culpas ni brindar una oportunidad al otro, por no brindar opciones y solo mirar de reojo a quienes no lucen ni piensan como nosotros. A pesar de todo eso, Gilber pudo reinsertarse a través de su fundación Liberados en Marcha, lo que luego lo llevó a la acción política en las Redes Penitenciarias y en Voluntad Popular.

A no tantos metros de la cárcel de El Rodeo está el barrio El Milagro, en Guatire. Allí viven muchos familiares de presos y justamente en ese lugar Gilber comenzó su trabajo social, brindando apoyo a las familias, creando equipo, proyectando un centro de acción comunitaria, con herramientas capaces de nutrir a ese nuevo liberado que no sabe qué hacer con su vida. Está también su iniciativa de Santa va a las cárceles, juguetes en épocas decembrinas a todos esos hijos de presos que requieren una sonrisa, un abrazo, ante una vida muchas veces más fuerte que cualquier pesadilla.

Y así siguió evolucionando, como conferencista, como dirigente político. Aprendiendo de leyes para presentar mejoras claras al sistema penitenciario. Y así llegó a ser diputado suplente del estado Miranda, justamente por el Circuito 4, allá donde está El Milagro. Recuerdo su mirada brillante, su atuendo semiformal, asistiendo al Palacio Federal Legislativo los primeros días de enero de 2016. Era el mismo Gilber del que por primera vez escuché en un evento llamado Zoom Democrático; el mismo con el que vi clases en el IESA, en el programa Lidera de la Fundación Futuro Presente. El mismo que sentía orgullo de las vueltas que había dado su vida.

Mientras escribo estas líneas –el miércoles 11 de enero– Gilber yace detenido arbitrariamente por el SEBIN (policía política venezolana). El Vicepresidente lo acusa de terrorismo y conspiración. Saca a colación todo su pasado como justificativo de su detención. ¡Qué burla tan grande! ¿Este es el gobierno que dice tener una profunda conciencia social y que construye un país más justo y de oportunidades? Esta Revolución de las Miserias solo es la peor cara de nosotros, mientras que Gilber es el rostro de las posibilidades, de las mejores posibilidades que tenemos como país.

Lo detienen por ser parte de Voluntad Popular, por su lucha en defensa de la democracia y la liberación de todos los presos políticos. Lo detienen por considerarlo débil. Y eso es lo que pasa cuando una justicia no es justa, siempre destroza al más débil en beneficio de los poderosos, de los saqueadores de esta hermosa pero apuñalada Venezuela.

¿Qué podemos hacer? Esa es una decisión muy personal. Pero esto no es una película de la que nos estremecemos, pero somos solo simples espectadores. Tenemos que ser los protagonistas del cambio, de la organización ciudadana, democrática. Con fuerza, con tanta indignación como ánimo, no dejemos que todas las oportunidades sean perdidas ni que este sacrificio que estamos viviendo como sociedad sea en vano. Hoy nos toca decir unidos #LiberenAGilber.

*Publicado originalmente por Polítika UCAB el 13 de enero de 2017

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#Opinión Tiempo para la política

Edo: Las rutas de la oposición

Caricatura de Eduardo Sanabria (EDO) – 4 de abril de 2014.
«Las rutas de la oposición»

Tiempo para la política

Por Guillermo Ramos Flamerich

Muchas son las ficciones que se pueden crear ante la incapacidad de salir de una crisis de nación por los métodos del diálogo y la construcción de acuerdos. Ninguna pretensión suena disparatada a la hora de imaginar. Desde quien recrea en su mente al superhéroe que vence a los cuerpos represores, los grupos armados y lleva a prisión a los rangos más altos de las esferas de poder; hasta los que confían que un clásico Golpe Militar pondrá fin a este desequilibrio. Pero las realidades son otras y la labor más terrenal para transformar esto, radica en usar la imaginación en esa herramienta tan humana llamada política.

Bastante se ha repetido: ¿Si no podemos hacer política, qué nos queda? ¿La Guerra? Lo ocurrido en Venezuela a partir de ese febrero nuestro de todos los días (parafraseando al filósofo Castro Leiva y su octubre de 1945), ha demostrado que la gente tiene un límite. El gobierno es fiel representante de un sistema corrupto, carente de soluciones y fallo en democracia. Los tornados que pasan por nuestras ciudades y dejan en su estela barricadas, marchas, protestas diarias y una aguda represión, también han ayudado a derribar la fabulada historia de una Revolución Democrática, Socialista, de Inclusión.

Es perverso hablar de inclusión cuando reniegas de un sector del país, lo apartas y lo responsabilizas de todo el mal que aqueja al Planeta Tierra. Peor aún cuando esos reclamos son los mismos de la mayoría de la ciudadanía. El único«golpe permanente» ha sido el de la inflación, la violencia, escasez, falta de garantías ciudadanas y el robo, a gran parte de una generación de jóvenes, de un futuro satisfactorio en su país.

Entonces tenemos no solo un mal gobierno, y un sistema inviable, sino algo que busca perpetuarse en el mando como si fuera la única opción para una Venezuela que está llena de posibilidades. La respuesta para vencer estas prácticas tan malas/no-democráticas/corruptas/violentas, pasa por convertirse en alternativa.

El descontento es auténtico, está en aumento, lo que no significa que la mayoría de la gente opte por la radicalización, pero sí que tengan mayor disposición para el cambio. El gobierno se ha portado de la manera más torpe posible, casi a modo de decálogo sobre qué no hacer si quieres estabilidad. Error tras error, hasta el momento los ha salvado el mayor de los vicios que poseen: la búsqueda del poder por el poder. Pero si la alternativa se divide, se estanca, el fallo en esta unión es mucho más traumática que los errores de quien gobierna.

No es momento de egos ni de culpar al otro por lo que no hizo, se trata de sumar pensamientos, de hacer política con virtud, con gracia e ingenio. Dejar a un lado el cálculo de las siguientes elecciones o los intereses particularísimos. Al ser democráticos no somos homogéneos. Todos podemos trabajar integrados hacia un futuro compartido, cada uno desde lo que mejor sabe hacer y con reglas claras. Más allá de los odios, del revanchismo y la polémica, se trata de construir y reconstruir país. Venezuela vale la pena y debe ser para todos.

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